Key West como nunca te lo contaron: Guía completa, experiencias y ruta por los Cayos

Sí, Key West merece la pena, pero depende mucho de lo que estés buscando. No esperes playas paradisíacas como las del Caribe ni una ciudad llena de monumentos históricos. Pero si lo tuyo es el ambiente relajado, el color, el calor, y esa mezcla de excentricidad y espíritu bohemio, entonces sí, es para ti.

Key West es el punto más al sur de EE. UU. continental, y ese detalle geográfico ya le da un aire especial. Puedes ver el famoso cartel del “Southernmost Point”, ver atardeceres sobre el mar con música en vivo y caminar por Duval Street, donde los bares, las tiendas y la gente parecen no tener prisa nunca.

Además, hay historia: la casa de Hemingway, el cementerio con epitafios insólitos, los edificios de estilo colonial… y naturaleza: excursiones en barco, snorkel, delfines, y la carretera Overseas Highway, que es en sí una atracción.

Conclusión: Key West no es barato ni espectacular en lo visual, pero tiene alma. Y para quien quiera vivir una Florida más libre, artística y caribeña, es una experiencia única.

Llegar a Key West por carretera fue parte del viaje. Cruzar esos puentes infinitos entre islotes, con el mar a ambos lados, ya te mete en otro ritmo. Sentí que me estaba alejando del continente y entrando en una burbuja tropical.

Mi primera impresión fue que todo era más informal, más pintoresco, más libre. Casas de madera de colores, gallos paseando por las calles, bicicletas, música en cada esquina. Y un calor húmedo que te obliga a ir más lento, a dejarte llevar.

Vi el atardecer en Mallory Square y entendí por qué la gente aplaude al sol. La energía era festiva, pero también tranquila. Un saxofonista, una pareja bailando descalza, niños corriendo… un momento sencillo pero mágico.

También visité la casa de Hemingway, con sus gatos de seis dedos, y caminé por el puerto al anochecer. Comí pescado fresco, probé un key lime pie delicioso, y me perdí sin rumbo por calles donde cada puerta parecía tener una historia.

Conclusión: mi experiencia fue más emocional que turística. Key West no me deslumbró, pero me relajó, me hizo sonreír y me regaló momentos de esos que se sienten bien en el cuerpo. Volvería, sin dudar.